viernes, 2 de marzo de 2018

Un buen boticario en el siglo XVII

Una vez más, me he encontrado con algunos documentos que llaman mi atención durante mi revisión de la historia de nuestra profesión, y que me parecen interesantes y curiosos. En esta ocasión el autor expone ampliamente cual debía ser, bajo su parecer, el papel de los boticarios del siglo XVII en España.

Miguel Martínez de Leache (Navarra, 1615-1673) publicó diversos libros sobre la botica de ese siglo tales como:

+De vera et legitima Aloes electione juxta Mesue textum in duas sectiones divisa disputatio.
(Pamplona 1644).
+Controversias pharmacopales donde se explican las preparaciones y elecciones de Mesue. (Pamplona 1650).
+Discurso pharmaceutico sobre los canones de Mesue. (Pamplona 1652).
+Tratado de las condiciones que debe tener el boticario para ser docto en su arte. (Zaragoza 1662).

En esta ocasión me gustaría centrarme en este último libro, ‘Tratado de las condiciones que debe tener el boticario para ser docto en su arte’, donde explica detalladamente qué características ha de tener un buen boticario en el siglo XVII, fechas en las que aun se mezclaban términos médicos y religiosos.



Este libro consta de doce capítulos, que a continuación voy a resumir.


+Capitulo I. En el qual se trata, qual sea el propio, y genuino nombre que le convenga al Boticario:

Este capítulo trata sobre los diversos nombres que se pueden usar para referirse a la figura de los boticarios, enumerando varios nombres y explicando su etimología., por ejemplo menciona que algunos autores se refieren a ellos como Unguentarios, ya que los médicos usaban los ungüentos hechos por los boticarios para mitigar los dolores de la gente.

También aparecen términos como Aromatarius, del que el autor dice que es un nombre impropio, pero que es utilizado porque el boticario vendía aromas y aguas de olor entre otras cosas, pero con la particularidad de que no solo los boticarios los vendían, y además estos también tenían en sus boticas remedios de mal olor que servían para curar.

Pigmentarius, otro término utilizado en la época debido a que y cultivaban plantas y especies aromáticas para luego usarlas en sus preparados.

Apothecarius -que deriva de Apotheca- es un témino con el que el autor nunca llegó a estar muy de acuerdo ya que significaba además ‘butillería’ o taberna del vino, o incluso se usaba para cualquier tendero que vendía aceite y vinagre. Al igual que tampoco no llegaron nunca a convercerle los términos de Seplasiarius y Mirapola.

Otros autores citaban el nombre de Pharmacopola, cuyo significado “los que andan por los mercados y plazas vendiendo sus bálsamos y camándulas”, le parecía en realidad un término equivocado pues en verdad el boticario tenía conocimientos de muchas más disciplinas: de plantas, de piedras, de simples, de preparación de compuestos,…


Para Miguel Martínez de Leache, uno de los mejores vocablos para referirse al boticario es Pharmacopeus. También consideraba que Pharmacon (que deriva del griego) definía muy bien la profesión de boticario: persona que prepara los medicamentos.

+Capitulo II. En que se trata quan necessario sea entender el Boticario la lengua Latina para saber con fundamento los preceptos de su Arte:

Trata este capítulo de la importancia de saber latín, ya que muchos libros de formación del boticario de diversos autores estaban escritos en este idioma como: Galeno, Mesue, Avicena, Nicolao, Dioscórides, Mathiolo,…

Hablaba de la necesidad de conocer la lengua latina además, para conseguir mejores conocimientos y así ser docto en su trabajo.

+Capitulo III. En el qual se trata no debe ser el Boticario sobervio , ni dado a vanidades mundanas:

Nos habla el autor sobre que “la soberbia acompaña a la ignorancia, y que todo ignorante repudia la sabiduría y que por lo tanto, juzgará lo que no es, e inducirá contrarias disposiciones y producirá efectos opuestos”.

También nos indica que “el boticario no debe de ser dado a deleites ni vanidades mundanas, ya que el ocio interrumpe el trabajo y de desaprovecha el estudio”.


+Capitulo IV . En el qual se trata como el Boticario deve huir de juegos, combites, y no darse ebriamente al vino:

Trata sobre todos aquellos vicios y placeres de los que, a su entender debía huir el boticario para centrarse en lo importante de su trabajo y así no cometer errores. Martínez de Leache estaba convencido de que el autor que había que evitar “los juegos, los convites, y sobre todo el vino que produce demasiado desaciertos en su trabajo”. Mencionaba también que comer y beber traen numerosos daños, y que por lo tanto, la abstinencia y la templanza serían mejor. Además, asegura que el estar casado hacía que el boticario estuviera menos distraído; o que “la gula era el cebo de la lujuria y demás vicios, y que la abstinencia sería necesaria para apagar el fuego de dicha lujuria y ardiente calentura del hombre”.

+Capitulo V. En el qual se prueba , como el Boticario deve de ser de animo liberal, no abaro, y principamente con los Pobres:


Consideraba Martínez de Leache que el boticario no debía ser miserable, ni amigo de intereses, además, debía de ser generoso con los pobres y ofrecerle las medicinas que necesitaran, lo cual le traería un gran provecho para su alma.

+Capitulo VI. En el qual se trata como, el Boticario deve ser muy estudioso, temeroso de Dios, y de buena conciencia:

El autor escribe que un hombre de ciencia debía tener muchos estudios y así conseguir ser el más sabio, pero que esta sabiduría se conseguía además, con mucho trabajo. Decía que “para ser docto debe de ser también muy aficionado a las letras”.

Debía de tener buena conciencia y hacer cosas para el servicio de Dios.

+CapituloVII. En el qual, se trata quan necessario sea al Boticario tener conocimento de los simples medicamentos:


El boticario tenía que conocer muy bien los simples medicamentos, por ser una de las condiciones que debía tener para realizar este trabajo, como bien dice Vvecherio: “simplicium medicamentorum cognitione rite teneat quarum disereptiones ex prastantisimis Authoribus petat”.

El boticario debía ser además, un gran estudioso de las plantas y examinar las hierbas una a una, tantas veces como hicieran falta para conocerlas bien.

Extraían estos conocimientos de las enseñanzas de los libros de Dioscórides y Mathiolo.

+Capitulo VIII. En el qual, se trata como el Boticario ha de tener perfecto gusto para conocer los medicamentos simples de que usa:

Era cualidad del boticario tener un gusto exquisito para distinguir unos medicamentos de otros, diferenciando bien todas sus propiedades.

Según Mesue se diferencian 8 zonas de gusto diferente en la lengua: “Agudo, Amargo, Salado, Untuoso, Dulce, Stiptico, lnsipido, y Acetoso”.

Luego desarrollaría más ampliamente este tema y explicaría cómo se perciben los diferentes tipos de sabores.

+Capitulo IX. En el qual, se trata como el Boticario no debe dar medicinas de su Botica, si solo por ordinata de Medicos aprobados:

“Lo mismo advierto a los Boticarios , que deven ser castigados con todo rigor si dan medicinas a semejantes, pues les consta no poderlo hazer; y si lo hazen, solo es con fin de su ganancia, y no consideran que se expone a grandissimo riesgo, de que mueran desdichadamente los enfermos. "

“…la obligación que tienen los Magistrados, y Governadores de todas las Republicas de tener para el buen govierno Medicos, y Boticarios doctos, y que con todo cuydado atiendan a la salud vniversal de los enfermos, y no fiarse de Empiricos, y Charlatanes, antes debemos huir de ellos, como de lobos car- niceros…”

+Capitulo X. En el qual se trata, como el Boticario debe tener en su Botica ministros idoneos, y entendidos en el Arte:


El boticario debía rodearse en su botica de personas que fueran honestas, de buenas costumbres y aplicadas en el estudio de las letras.

+Capitulo XI. En el qual se trata, como el Boticario no debe sustituir medicamento por otro, sino por consejo de Medico docto:

“…para substituir en vn compuesto vn medicamento por otro, hemos de atender que enfermedad cura el tal compuesto, y de que iubamento le es el medicamento simple, que para su composicion nos falta, y en su lugar podremos poner otro que tenga la misma facultad, en orden a curar la misma enfermedad, que aquel por quien substituye.”

+Capitulo XII. En el qual se trata, como el Boticario debe escoger lugar muy conveniente para acomodar su Botica:

“…en quanto a las condiciones que ha de tener el que huviere de exercitar este, arte; no es de menor cuydado el saber el lugar conveniente que ha de elegir el Boticario para acomodar su Botica, por ser vna de las principales cosas en que ha de tener para la reposicion de tanta variedad de medicamentos, asi simples, como compuestos, de que se compone,…”

“De suerte, que teniendo el Boticario su Botica muy limpia, y curiosa, y viendo que medecinas estan gastadas, y sin poder vsarlas, y estas echadas a mal, que con esto cumplirà con la obligacion de su oficio.”


En definitiva, Martinez de Leache, consideraba que el boticario de su tiempo debía ser una persona entregada a su trabajo, amante de diversas disciplinas mas allá de lo relacionado con la botica y de intachable moral al servicio de todos. 
 

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