viernes, 17 de enero de 2014

La terapia térmica

Siguiendo la entrada del dolor lumbar del otro día, me voy a detener en la terapia térmica del frío-calor. La terapia térmica se utiliza desde hace mucho tiempo para aliviar molestias y dolores musculares y articulares. 
Las terapias frías y calientes se encuentran entre los tratamientos utilizados frecuentemente para lesiones deportivas, incluso en traumatología en general. Así, ¿qué es lo más correcto para usar en una lesión, frío o calor? Y, ¿cuánto duran los tratamientos con frío o calor?.

El calor dilata los vasos sanguíneos alrededor de los músculos y las articulaciones. Esto hace que se incremente el flujo sanguíneo hacia la zona afectada y, por lo tanto, aporte más oxígeno a las células dañadas y elimine los residuos musculares, como el ácido láctico que se forma en músculos sobrecargados y que causa el dolor. El calor también ayuda a relajar los músculos y a estimular los termoreceptores de la piel para reducir la percepción de dolor en el cerebro.
Los tratamientos por calor se utilizan en procesos crónicos, como lesiones por desgaste, antes de participar en actividades.

La mejor manera de aplicar la terapia de calor es utilizando una toalla húmeda y caliente, o  bolsas de gel calentadas en el microondas, en la lesión durante unos 20 minutos. Se repite el proceso siempre y cuando no se sobrepasen estos 20 minutos. El calor se utiliza en caso de espasmos musculares y, dolores y molestias leves.
Para el tratamiento de algunas lesiones, es necesario producir un calor profundo en el músculo que no se consigue con paquetes de calor. Es por ésto, que en estos casos se utiliza la terapia térmica con microondas, ya que la conversión de la energía eléctrica en energía térmica tiene lugar directamente en el tejido, y por lo tanto, se consigue mayor eficacia.


La terapia de frío disminuye la temperatura de los tejidos superficiales y el flujo de sangre en el área y, por ende, disminuye la inflamación, reduce el dolor adormeciendo el área y mejora los espasmos musculares.
Se utiliza frecuentemente después de lesiones como esguinces de tobillo. La aplicación de una compresa fría precoz y frecuentemente durante la etapa aguda, inmediatamente después de la lesión. La etapa aguda de la lesión es usualmente calificada como desde el momento de la lesión hasta 24-48 horas después. El  frío durante las 24-48 primeras horas disminuye la hinchazón alrededor de una lesión y contribuirá a controlar el dolor.
Sin embargo, si la inflamación y el dolor fuerte continúan después de 48 horas, es conveniente continuar la aplicación de frío.
Para la terapia de frío existen varias opciones:
-Algunas incluyen hielo dentro de una bolsa plástica pequeña o envuelto en una toalla.
-Hielo en las bolsas que antiguamente se utilizaban para los dolores de cabeza. 
-Más actual se usan las bolsas que contienen gel y que se colocan en el refrigerador.
 
Los tratamientos por frío pueden utilizarse también para procesos crónicos, como lesiones por desgaste en atletas. En este caso, enfría la zona lesionada después de la actividad para ayudar a controlar la inflamación. Nunca enfríes una lesión crónica antes de la actividad.
 

Ventajas de la alternación del calor y el frío


La alternancia del calor y el frío (hielo) crea una descarga vascular. Esto significa, que después de que el hielo constriñe los vasos sanguíneos, el calor los expande y hace que la sangre fluya con más facilidad hacia el área lesionada. Se cree que este tipo de terapia mejora la cicatrización de lesiones, tales como las cepas musculares o la tendinitis.

Cuando la inflamación está bajo control, el calor puede utilizarse antes que el hielo. Esto permite que los agentes curativos de la sangre lleguen a la lesión, después el hielo restringe el flujo sanguíneo y lo contiene. Además de una almohadilla caliente y el hielo, una persona también puede beneficiarse de utilizar una sauna y después darse un fresco chapuzón en una piscina.

De la misma forma se puede usar el agua fría y caliente lo cual también puede ser efectivo (hidroterapia).

Los diabéticos, las mujeres embarazadas y las personas con hipertensión arterial o afecciones cardíacas deben consultar con su médico antes de utilizar un tratamiento con calor.

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